31/8/08

Barcelona, vida nueva.

Nota: Ninguno de los nombres de personas y lugares utilizados en esta novela son reales, así como las zonas donde transcurre la historia, han sido modificados con el fin de preservar la verdadera identidad del protagonista y de los demás personajes que intervienen en la trama.


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Aún no sé el motivo porque estoy escribiendo este libro. Quizás me esté jugando la vida, entre otras cosas, al publicar todo esto. Pero veía que necesitaba contarlo. Por ello, un amigo periodista que tengo (él único del gremio en el que puedo confiar para contar mi verdad y sobretodo siendo esto confidencial) se llama Javier y es uno de mis compañeros de piso (luego comentaré su personaje más detenidamente).

Me llamo Gorka, tengo 24 años y vivo en Barcelona. Mi vida es un tanto extraña. Podríamos decir que tengo doble personalidad. Bueno, mejor, vamos a decirlo:

“Soy Gorka, y tengo doble personalidad”

Pero supongo que no como el típico caso de persona hipócrita. Sino algo un tanto más siniestro. Soy un asesino. Unas veces por dinero, y otras por el simple placer de ver la sangre resbalar por encima de mi piel. La verdad es que se paga bien este mundillo.

Hablemos primero de la parte conocida por todos. Trabajo en una Unidad Terapéutica de adolescentes especialmente vulnerables en una localidad cercana a Barcelona. Ni se imaginan lo que hace Gorka en sus ratos libres. Llevo unos meses allí, y la verdad, estoy bastante contento. Lo único malo es que tengo que desplazarme con el tren de cercanías. Pero me gusta ver a la gente sentada a mí alrededor. Intentar adivinar lo que piensa, o descifrar la verdad de cada uno.
Vivo con tres amigos que se vinieron conmigo desde mi ciudad natal. Aunque cada uno ha llevado un camino muy diferente:

- Antonio venía como ilustrador a la gran ciudad. Pero una serie de cambios en su vida le han obligado a trabajar como guionista de una conocida serie de la televisión local. También en sus ratos libres dibuja comic’s para una editorial de prestigio. La verdad es que es un buen ingreso extra, puesto que han hecho una gran tirada porque parece que se va a vender muy bien.

- Diego también llegaba como ilustrador. Y así ha seguido. Al poco de estar aquí, se hizo amigo del dueño de un pequeño bar del centro de Barcelona. Hacía poco que estaba abierto el bar, por lo que al enterarse de que era ilustrador le propuso que decorara el bar con alguna obra. La casualidad hizo que una importante galería de arte se fijara en sus obras. Desde entonces pasa poco por casa. Está casi siempre en un pequeño estudio que alquiló para estar aislado de la sociedad y así poder dar rienda suelta a su pasión.

- Y por último Javier, el autor de esta novela. Él vino aquí buscando trabajo de informático. Pero ha acabado siendo periodista. Empezó haciendo un programa de deportes en la radio del barrio, tuvo éxito y ahora está en la delegación de Barcelona de una radio a nivel nacional. Escribe relatos en una revista mensual para pasar el tiempo libre.

Hablemos ahora de mi otra personalidad.

Todo empezó un día que salimos todos de fiesta por la ciudad. Las cervezas volaban, pero todos tenemos trabajo y ya no llegamos al fin de semana tan descansados. Después de mucho desfase llegó un momento que mis amigos decidieron que no podían aguantar más y se fueron a casa, estaban ya cansados de ingerir alcohol. Yo me quedé. Así que tenía que conocer a alguien para que no fuese un aburrimiento todo el tiempo que quedaba hasta que mi cuerpo dijera basta.
Conocí a una simpática chica rubia (extraño en mí, dado que siempre mis ojos se fijan más en una chica si es morena) de unos dos o tres años más que yo. Estuvimos hablando de mil temas hasta que cerraron el local. De ahí nos fuimos a un parque cercano donde estuvimos hablando hasta la las cinco o así. Parecía que nos conocíamos hace años. Ella se tenía que ir a trabajar. Nos dimos el msn y los móviles, con la promesa de que aquel día no quedase olvidado.

Las siguientes semanas fuimos quedando cuando nuestros trabajos lo permitían. Cada día aquello parecía más una relación seria. Hasta que un día ella , fruto de la confianza que habíamos adquirido, me comentó algo que iba a cambiar mi vida.

Yo le había contando alguna vez, en plan distendido, como sería el poder quitar la vida a alguien, hacer de dios terrenal. Cómo sería el dulce néctar de la vida resbalando por mi cuerpo. (Tranquilos, no se asustó. Ella era como yo).

Ella trabajaba para una especie de empresa de “matones”. Y quería dejárselo. Tenía suerte, ya que normalmente estos sucios negocios, no te dejan muchas alternativas y menos te dejan que “abandones el barco”. Le pusieron unos últimos trabajos. Tenía que matar a tres personas más, y entonces quedaría libre de salir del negocio. Pero ello no podía más, y me pidió si podía acabar yo con su trabajo, quería ser libre…

Así que me propuso si quería acabar el trabajo que tenía pendiente antes de salir definitivamente del mundo oscuro de la mafia.

Primero me quedé sorprendido por todas la información que estaba recibiendo en tan poco tiempo. Pero al poco, reaccioné. Y después de hablarlo un largo rato: acepté.

Esta primera parte de mi vida como asesino a sueldo la voy a relatar de una manera superficial, ya que a partir de mi tercer asesinato es cuando todo cambia radicalmente.

Me estuvo dando clases de tiro a las afueras de la ciudad en un descampado. En aquel lugar era donde antaño venía quien necesitaba su billete para el cielo. Donde las drogas destrozaban el futuro de quienes allí pululaban, mientras les “morfinizaba” el presente. Había que esquivar jeringuillas y demás, pero el lugar era tranquilo para que nadie nos molestase. Hice prácticas con pistola y con rifle de francotirador. Las víctimas eran dispares, y por ello cada uno requería de un “modus operandi” diferente para finiquitarles.

Hicimos conjuntamente el seguimiento a la primera víctima. Era un empresario de Vic. Todos los días realizaba el mismo ritual: paseo/carrera matutinos, ducha, trabajo, restaurante, trabajo, cerveza y a casa. Por lo que no fue difícil seguir sus horarios.

La mejor hora para llevar a cabo el trabajo era cuando se iba a correr por el parque. No tenía escolta, así que solo tenía que esperarle en un punto del recorrido. A esas horas donde el sol aún no había hecho acto de presencia, la zona estaba vacía.

Llegué una media hora antes al lugar para tenerlo todo controlado. Aparqué el monovolumen en la entrada más próxima al centro del parque. Me escondí detrás de un árbol, siempre hacía la misa ruta. En cuanto pasó por mi lado le hice la zancadilla y, rápidamente, cubrí su cabeza con un saco para que no me salpicara la sangre.


Disparé


Mi primer asesinato. Me quedé inmóvil.

Vi que había salido un poco de sangre por debajo del saco, a los poco segundos me sorprendí a mi mismo al ver que me estaba chupando la mano manchada de sangre y que en mi cara se había dibujado una sonrisa con toques diabólicos. A partir de ahí cambió mi vida.

Rápidamente reaccioné, sequé la sangre con una toalla, y cubrí el agujero del disparo. Llevé el cuerpo inerte de aquel empresario a mi coche y salí corriendo.

Llegué a casa de mi novia como habíamos acordado para deshacernos del cadáver. Ella tenía un horno en el sótano para quemar sus cadáveres, con la apariencia de uno común para hacer pan y repostería. La verdad dicho así, suena bastante siniestro, como de guión de serie b.

Al subir a la piscina a descansar, le comenté lo que había sentido. Y lo que pasó con la sangre.
Ella me reprochó un serio: “Ya te lo dije

Y era cierto. Ella me había dicho que me lo pensase bien, ya que una vez empezado, todo en mi iba a cambiar.

Las siguientes víctimas eran algo más difíciles, siempre iban con escolta, por lo que tenía que utilizar el rifle de francotirador. Los dos objetivos iban siempre juntos a este tipo de eventos (Eran dos políticos de Barcelona). Por lo que debía disparar a los dos con rapidez, ya que con el tumulto que se formaría con el primer disparo sería muy difícil acertar en el segundo. El cargador era de 5 balas, pero por mi bien, debía de acertar con las dos primeras en el blanco. Eran unas balas especiales, el fallo no estaba permitido. Explotaban en alcanzar el objetivo, por lo que si acertaba en la cabeza. El éxito estaba asegurado.

El sitio elegido para colocarme fue la azotea de una casa cercana al hotel donde se iba a realizar esta importante convención local. Había elegido este lugar por la buena salida que tenía por detrás, donde podría salir rápidamente sin ser visto si no me entretenía. Iba vestido con ropa de jugar a tenis para disimular el rifle en la bolsa de las raquetas. Llamé haciéndome pasar por el cartero, subí al último piso y forcé la cerradura del candado de la terraza de aquella casa que tiempo atrás ya había estudiado al detalle. Preparé todo el material, ajusté la mirilla, exactamente por el lugar que el protocolo apuntaba que tenían que pasar, y esperé. Llego el coche unos minutos después del horario previsto. Respiré profundamente para mantener la respiración, fijé mi ojo derecho por el objetivo. Comencé a contar mentalmente.

……

Tuve a la primera víctima a tiro…. DISPAROmuerto.
Medio segundo después, enfoqué a mi segundo objetivo… DISPARO… muerto.

Recogí todo, volví a poner el candado, y bajé tranquilamente pero sin detenerme intentando no cruzarme con ningún vecino. Subí a mi coche y me dirigí a casa de Marta (mi novia) para desintegrar las pruebas en su horno.

Cuando llegué no hubo preguntas. Tan solo un beso de saludo y otro de despedida. No era el momento.

Me fui a mi casa, había quedado con Javi, Diego y Antonio para salir de fiesta…

ESTABA CRECIENDO EL MONSTRUO EN MI INTERIOR…

[to be continued…]

2 comentarios:

Diego Valor dijo...

Jeje, que WAPO estña parece un esto un anovela, a ver si es verdad y la sigues...por cierto cuantas teneis empezadas que continuaran?

Habrá que compilarlas.

A estada muy bien, se nota que el largo descanso te ha ido bien.

Voy a ver uqe se cuenta la de Javier. nos vemos en unos pasos...

El insecto dijo...

Jooo, quiero más, podria quedarme aquí leyendote horas y horas que no me cansaría. Buaaa, como dice diego, que WAPO

Con ganas me quedo de que lleguen estos domingos de antaño.

Por cierto, me gusta como escribes, haces que me meta de lleno en la lectura, eso no es fácil tratandose de mi, jejeje